
Y por abundar un poco más..:
“Escombros de la memoria”. Tras él se esconde el afán por recomponer ese pequeño mosaico que es nuestra intrahistoria; la que está diseminada por aquí y por allá; unas veces es el testimonio de la gente y, otras, los documentos o referencias a hechos puntuales que graban el acontecer de un pueblo. Así, la palabra “escombros” cobra ese doble sentido que pretendo con el título. Por una parte busco reunir los restos para tener más o menos claro nuestro pasado histórico y, por el otro, darle a la otra parte -la criminológica- una pátina de cosa rota, maltrecha; si se quiere, descompuesta, que funciona como símbolo o metáfora de lo que es en esencia el delito y sus formas, los autores y las víctimas.
La memoria rota, sus escombros, los podemos recomponer con tan sólo echar la vista atrás y escrutar las piezas halladas como lo haría un antropólogo; y esos mismos escombros –la norma social quebrantada y hecha jirones a causa del delito y sus franquicias- también tienen aquí su particular resarcimiento o recomposición. Ambas cosas pretenden conjugarse en la novela y en el título.
No hay comentarios:
Publicar un comentario