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jueves, 26 de enero de 2012


Rocroi, el último tercio. Ferrer-Dalmau


(...) enfermos de honra y con un fanático sentido del honor. "Esto es un tercio español"

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1643 La batalla de Rocroi




UN TIPO FIABLE

El otro día le oí decir que su undécimo mandamiento era no molestar. Esta expresión, en aquel contexto, me pareció redonda. Pero a mí me supuso más.
Uno va por la vida y se encuentra con tipos que le dejan a pre, ni te dan ni te quitan. Este no. Por eso, cuando las hay, es bueno tildar las bondades, y, aunque se supongan, conviene airearlas para escarnio de otros que evitan reconocimiento por pura envidia. Qué le vamos a hacer si  hay más canallas que nubes. A lo que iba.  Por casualidad te tropiezas con un tipo como el que les describo y es seguro que no les dejará indiferentes.  Decir tanto con tan pocas palabras (confieso que esta expresión  me gustaría para mi epitafio) y además con ese halo de humildad, te gana per se.
            
Situémonos. Tiempos difíciles; ya se sabe,  España de sombras, pendenciera y egoísta, de estocada directa y hasta el corvejón, y en medio, como teletransportado, un caballero del Siglo XV; por poner. Pero no es un espadachín al uso, no. El hidalgo renueva valores vetustos como la  nobleza, y aplica en su defensa destreza de florete en cruento duelo para lustrar la justicia y remendar las dignidades maltrechas. La sencillez en el verbo, la humildad en el acto, empapan la pólvora que cargan los arcabuces de la crítica sanguinaria. Hay que ver cómo bulle en él la inquietud, cómo nacen y cómo evolucionan las ideas. Qué ritmo vertiginoso imprime a una vida jadeante de responsabilidades y excesiva de costas familiares. Todo esto no te puede dejar impasible. Qué mayor prueba se necesita que ser  víctima  con la víctima; paladear la necesidad del necesitado; chapuzarse en el fango y mancharse  del color de los problemas. La empatía en su caso no es una pose ni un gesto diplomático. Siempre tiene tantas acepciones de solidaridad como días, como número de personas recalan en él. Hacer hermandad del problema, del insomnio y la preocupación ajena, es fabricar tranquilidad e ilusión, y eso lo sabemos quienes demandamos socorro a diario. Casi siempre con el pretexto de sentirnos arropados, sabedores de que en su territorio estamos a salvo. Que a su lado la batalla de la justicia está ganada de antemano. Pone tanta pasión que consume vida.  Y si no, que se lo pregunten a su legítima.

            Las razones de la elección son muchas y una, sobre todo -la más evidente-, que es un tipo fiable. Con él tienes la garantía de que no intentará salvarse a solas si todo se va al carajo; casi nada en los tiempos que corren... Pues eso, que en tan poco tiempo alguien te dé tanto a tan bajo precio, me parece cuanto menos extemporáneo. Les aseguro que aquí hay madera y, quienes apreciamos los bosques, lo sabemos. Necesitamos aire limpio para respirar. Así que, ponderar agradecimiento en este caso, no resulta arriesgado. Todo, me parece nada.
          

A mi buen amigo, Antonio Cela.



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